Falta relato.

El problema no es que falten proyectos, es que falta relato.

Lo rural necesita una nueva narrativa, que deje atrás ese olor a nostalgia: a lo antiguo, lo rudo, la historia.

Si seguimos hablando de la agricultura como algo del siglo pasado, será difícil que los jóvenes quieran formar parte de ella.

Necesitamos una nueva narrativa. Una que hable de profesionalización, de tecnología, de comunidad, de futuro.

Que cuente que la realidad del campo hoy es sinónimo de innovación, datos, formación, oportunidad.

Y aunque haya días que te despistas y te resulta difícil aterrizar el propósito,
en esas estamos: en cambiar la manera en que se percibe el campo y conectar a quienes ya están escribiendo el progreso, desde fuera y dentro de Generación Agro.

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